Esta es una agrupación a la que se supone cierta altura intelectual y creo que podemos contribuir a elevar algo el pobre debate que está teniendo lugar en estas elecciones primarias a Secretario/a General. Mi posición es conocida y no voy a insistir en las razones de la misma, pero si me gustaría tratar de desmontar lo que yo considero debates tramposos, debates que en mi opinión no deberían estar produciéndose.
El que mas irritación me produce es el protagonizado por Pedro Sánchez, porque a mi parecer insulta a la inteligencia y a la autoestima de muchos militantes. Su posición política podría resumirse en tres afirmaciones:
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Se postula como el único candidato que garantiza el no a Rajoy. Califica la postura de los que estuvimos a favor de la abstención como de doblegamiento y de falta de autonomía ante el PP.
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Se postula como la voz de la militancia en contraposición a su candidata rival, a la que considera “el aparato”.
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Se postula como el candidato que representa a la izquierda, en contraposición –se supone– a los que no le apoyamos, que seríamos, por exclusión, la derecha.
En primer lugar, pienso que perjudica notablemente al partido plantear una campaña como un enfrentamiento de una parte del mismo contra la otra. De ser ciertas sus tesis, y una vez ganada la Secretaría General, habría que hacer una inmensa purga en el PSOE para eliminar a los numerosos entreguistas, derechistas y aparatistas que al parecer anidan entre sus filas. Me parece maniqueo y tramposo colgarse todas las etiquetas buenas y arrojar las malas a los demás. Por desgracia, esta estrategia recuerda mucho a la populista del “pueblo” y la “casta”. Puede servir para enardecer a los militantes descontentos con lo vivido el 1 de octubre, pero creo que nos merecemos algo mejor. Si una situación es compleja, señalar a los demás como culpables y colgarse uno todas las medallas tiene solo un nombre: oportunismo.
Pero, en segundo lugar, es que sus afirmaciones son falsas. Para empezar, el no a Rajoy no constituye ningún programa político. Se trató de una decisión coyuntural en un momento concreto, donde ambas opciones (dejar gobernar a Rajoy, o ir a terceras elecciones en un año) eran muy malas. Es tramposo afirmar que decir no era de izquierdas y abstenerse de derechas, entreguista, o prueba de doblegamiento. En mi opinión, la falta de previsión en la Constitución de un mecanismo de desbloqueo automático de la situación que se produjo por dos veces en el Parlamento, solo tenía dos salidas: o votar repetidamente hasta que la suma PP-Cs consiguiera la mayoría absoluta, o posibilitar un gobierno en minoría del PP. Por razones de respeto a los ciudadanos y por no empeorar aún mas la representación del PSOE, el Comité Federal decidió la segunda opción. Se puede discrepar, pero es irrespetuoso llamar derecha al 60% del Comité Federal. Por mi parte, yo discrepo de los que apoyaron el no y me parece que hicieron un análisis incorrecto de la situación. Es más, de haber triunfado su posición estaríamos hoy en peores condiciones. ¿Realmente hubiera sido eso más de izquierdas? Pienso además que la decisión de abstenerse hubiera debido ser tomada en julio y exigiendo contrapartidas, la más importante de las cuales debiera haber sido la cabeza de Rajoy. El PP hubiera tenido dos opciones muy malas para ellos: o negarse, e ir a terceras elecciones, pero en ese caso cargando con la culpa de tener que convocar las mismas, o seguir gobernando, pero sin Rajoy.
Esta opción fue imposible tomarla precisamente por otras dos malas decisiones que tomó Pedro Sánchez, y que fueron aún mas graves que la anterior. La primera, su pésima gestión de la discrepancia interna. A partir del 26-J, crecieron las voces internas que no aprobaban la política del no a toda costa. Ningún Secretario General tiene, ni debe tener, un poder absoluto sobre la organización. Su opinión es muy valiosa, pero ha de estar sujeta a otros contrapoderes, en particular al del Comité Federal. El peor servicio que se puede hacer a un líder es acatar sus decisiones sin discusión. Una vez que fue obvia la discrepancia, debió reunir al Comité Federal en los meses de julio a setiembre y no lo hizo. En lugar de ello, se enrocó en su postura y (segunda decisión errónea) pretendió convocar un Congreso y unas primarias exprés en 20 días para revalidar su liderazgo. Es lo que se llama en política una huida hacia adelante. En mi opinión, quiso torcerle el brazo al Comité Federal. Un líder que adopta estas actitudes a la defensiva, en lugar de debatir y tratar de persuadir a su órgano legislativo y de control, no es adecuado para dirigir un partido tan grande y complejo como el PSOE.
Lo de ser “la voz de la militancia” se cae por su propio peso cuando se constata que la mayoría de los avales han ido a otros candidatos, y no a él ¿No son acaso de militantes esos avales? Compañero Pedro, una vez más, más respeto y menos populismo.
En cuanto a Susana Díaz, en este caso me irrita su ausencia de propuestas políticas. Ni siquiera se ha molestado en elaborar un documento programático. ¿Debemos votarla porque sí? A estas alturas de la democracia, no se puede pretender ganar, ni en el partido, ni en el país, sin posicionarse sobre la docena de problemas que padecemos como españoles y como europeos: la gestión de la globalización, de la inmigración, del cambio climático, el problema territorial español, la pobreza, la corrupción, la educación, la investigación, etc. Tampoco sabemos el modelo de partido que propone, ni cómo pretende conjugar la legitimidad que otorgan las primarias con la de los órganos representativos, ni si extendería la elección directa a las ejecutivas y al resto de miembros de las listas electorales, etc. Sus mensajes son excesivamente simples y superficiales, y nunca descienden a estos “detalles”. Como en el caso anterior, pienso que los militantes nos merecemos más consideración.
Nadie dijo que practicar la democracia fuera fácil. Incluso en la Grecia clásica, las asambleas directas del pueblo tenían sus trampas. Por ejemplo, los que podían pagarlo contrataban a sofistas, expertos en el arte de la dialéctica, para que defendieran sus posturas y contrarrestaran las de sus adversarios. Creo que todos deberíamos aprender a debatir mejor y más democráticamente, desde el respeto y la consideración a los adversarios, sin insultos, sin etiquetas ni descalificaciones, pero sobre todo sin trampas. ¡Ojala el debate del día 15 entre los candidatos transcurra por estos derroteros!
Ricardo Peña Marí